jueves, 27 de noviembre de 2014

El Dr. José Gregorio Hernández, es ahora Fray Marcelo

 

 
 
La etapa más desconocida en la vida del Venerable Dr. José Gregorio Hernández fue  como Cartujo.  Es  una paradoja que un hombre de ciencia,  culto y muy exitoso en su profesión quiso  morir al mundo,  para ingresar a la más rigurosa clausura. Donde el silencio es el compañero perfecto para conocer a Dios. Los Cartujos es una antigua orden, donde pensó vivir su ideal cristiano. En 1908 partió al monasterio La Farneta ciudad de Lucca (Italia) y  por diez  meses lucho, pero era torpe  con las labores agrícolas y artesanales, para colmo  su cuerpo era muy débil para soportar el clima de Europa. Sin embargo, su espíritu era a toda prueba  la de un Santo,  pero Dios no lo eligió para estar enclaustrado. Lloro al  salir de su dulce paraíso en la tierra,  por recomendación de su superior.
En 1909 ingresa al Seminario Metropolitano, intenta   seguir  a Dios como Sacerdote,  pero entendió al poco tiempo que no respiraba su alma, su espíritu estaba inquieto. Finalmente en   1913 intento por tercera vez, ahora en el   Colegio Pío Latinoamericano de Roma, pero Dios no lo eligió como Sacerdote; nuevamente por motivo de  salud le saca del seminario.
Los  únicos fracasos que tiene en su vida, fueron esos  tres intentos  para seguir de la forma más radical a Jesús. Acepto la voluntad de Dios y una vez en Venezuela  retomó  sus actividades como docente y Doctor. Como Franciscano Seglar vivió hasta el día de su muerte en oración, penitencia, sacrificios y pobreza. Elaboraba sus trajes, ejerció  la medicina para servir y no para enriquecerse a expensa de la enfermedad y el dolor de sus pacientes. Cobraba por sus consultas la misma tarifa a ricos y pobres, precisamente eran  los pobres  sus pacientes consentidos; les daba dinero para que adquiriera  muchas veces alimentos y los medicamentos  que le prescribía.   Por eso  Dios elige a seres extraordinarios para dejar confundido al mundo.
“Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre” (Jn. 15,16)
 
 

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