jueves, 25 de diciembre de 2014

Navidad en Isnotú

   

 
    
 
 
Los buenos deseos a los demás,  siempre retornan en bendiciones en nuestra vida. Precisamente fue  lo que le sucedió al Joven Dr. Hernández, una vez graduado en la  universidad, regreso a su pueblo para ejercer la medicina. Era un 24 de diciembre de 1888 cuando escribe una nostálgica carta a su colega y amigo Santo Aníbal Dominici. Le expone con detalle los estudios que realizo por su cuenta y las frustraciones por las limitaciones científicas que tenia. Su humildad y talento seria recompensado a los pocos meses con una beca para estudiar Microbiología en Europa. El anhelo de su corazón fue el regalo que Dios le concedió en esa Navidad. 
 
 
 
 
Isnotú, Diciembre 24 de 1888.
Sr. Santos A. Dominici. Caracas.
Muy querido amigo: Hoy tuve el gusto de leer junticas tus cartas X, XI y XII, lo que me tiene de plácemes; por algo pensaba que iba a pasar una noche buena verdadera, si es que por ahora tengo que conformarme con leer, tus pensamientos escritos.
No puedes tener una idea cabal de lo mucho que me ha alegrado que el señor doctor Morales te haya escogido por su ayudante: y no creas que te ha escogido porque Ac. estuviera en La Guaira, no; lo ha hecho por ir conociendo ya a su gente, porque el doctor Morales es un hombre que tiene mucho talento y al cual es muy difícil engañar por mucho tiempo; creo firmemente esta última  razón y, si no es por esto que lo ha hecho, no tardará mucho que así sea; es mucha casualidad que en correo de tres de diciembre le escribía yo al doctor Morales y me quejaba de no saber microscopio; luego que hacía poco que él tuvo la generosa idea de darte sus preparaciones e instrumento para que aprendieras una ciencia tan indispensable cuanto difícil. Por estos lugares es muy difícil  que yo pueda aprender algo, y gracias que no olvidé lo poco que he logrado aprender con tanto trabajo. Ahora estoy dedicado a estudiar laringoscopio, y, después de muchos ensayos infructuosos, por fin logré ver las cuerdas vocales superiores e inferiores juntamente con la epiglotis: la epiglotis es un órgano sumamente curioso; hay momentos en que uno cree que tiene voluntad y hasta, caprichos, de tal modo el reflejo que la vivifica es poderoso. Pienso estudiar mucho esto, ya que he tenido la fortuna de encontrar que uno de mis hermanos, Benjamín, tiene tan poco sensible la fa­ringe que tolera durante largo rato el espejo dentro de la boca; solamente le perturba la risa que le produce verme con mis anteo­jos puestos -los del laringoscopio-, yeso aumenta la sensibilidad o, mejor dicho, la irritabilidad propia de la epiglotis. También he tratado de aprender a hacer un examen oftalmoscópico; pero, co­mo para esto se necesita hacer la dilatación previa de la pupila, y además un alumbrador muy perfecto, pienso dejarlo para después, cuando me dedique a repasar enfermedades del oído y del ojo -que voy a estudiarlas a continuación una de otra-, lo mismo que a hacer el examen del oído; porque estoy convencido de que para la práctica lo que uno necesita saber es cómo se examinan los diversos órganos.
Nunca me cansaré de encargarte que trates, por cuantos me­dios estén a tu alcance, de captarte las simpatías y la amistad del doctor Morales, porque nada hay que tenga tanto valor; y para que veas en cuánto valoro para ti esta amistad te digo que, si para lograrlo es necesario romper conmigo, que soy otro tú, no debes vacilar ni un momento en hacerlo.
Muchas gracias por la copia del medicamento, y sobre todo por las composiciones poéticas que me envías -después de muy pedidas, por cierto…
Una cosa me llena de tristeza, mi queridísimo amigo, y es pensar si yo me habré de quedar siempre tan ignorante como ahora. Tu siquiera vas a saber muy bien microscopio, es decir, la técnica del microscopio, ya que estás enseñado por el señor doctor Morales…
Mira, chico, que me vas cargando con eso de ponerme, al encabezar la carta: ”Señor doctor”. ¡Oh! Si siquiera yo supiera técnica microscópica como tú! O, al menos, si lograra saber latín para poder decir: “Parturient montes; nacitur ridiculus mus” (Trabajo, en las montañas para debatir temas) sin tener que copiárselo del librito…
Tu amigo que te quiere y te da un abrazo,
Hernández